Sumay Kawsay: el paradigma del buen vivir y la identidad de especie

Nuestras capacidades intelectuales y un pequeño soplo de esa fuerza del conocimiento han sido suficientes para hinchar al ser humano en su orgullo, el cual ahora piensa que todos los ojos del universo y el del resto de las especies están dirigidos telescópicamente hacia sus actos y su pensamiento. Este antropocentrismo en el que está enceguecida la especie humana ha logrado crear todo un sistema de ilusión, de adulación, de mentira, vanidad y engaño, en torno a su conservación y dominio, al que hoy, en gran parte, definimos como progreso, desarrollo o crecimiento. El entramado de «verdades» lógicas y causales en que está sustentado el desarrollo moderno y el conocimiento técnico-científico ha posibilitado grandes avances en la historia de la humanidad, pero en su afán de «dominar la naturaleza» ha dejado por fuera la naturaleza de aquel que conoce, es decir, se ha logrado consolidar un desarrollo/conocimiento/ciencia, que deja de lado la conciencia de su inventor, su más grande identidad. Es evidente la realidad que ha dejado el paradigma moderno en su afanosa dupla «desarrollo y crecimiento económico»: el deterioro de un planeta, de una «casa común» que terminó siendo «casa exclusiva» de algunos «desarrollados» para producir y «crecer», sin importar el grado de contaminación de ríos, mares, tierra y aire, provocando con esto, abruptamente, una retención de gases emitidos por la Tierra, al que hoy conocemos como el efecto invernadero, y sus graves consecuencias: deforestación, desertización, inundaciones, huracanes, sequías y fusión de los casquetes polares.  Asimismo, dicho «desarrollo» y «crecimiento económico» en el ámbito sociocultural no ha solucionado los problemas de pobreza; y, por el contrario, ha incrementado la exclusión y groseras desigualdades entre países y clases sociales.

Sumak Kawsay es volver la mirada a nuestros ancestros, lo que significa recobrar una nueva identidad, un nuevo soplo desde la tierra, un sentir cósmico, un paradigma que emerge, no ahora desde la certeza y el orgullo arrogante del conocimiento moderno, sino desde la incertidumbre, la incompletitud, la complementariedad, la espiritualidad, el desorden, la auto-organización y desde una mirada holística acorde con las entrañas de la misma naturaleza y su biología.

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