Presentación
La demanda de formación en la mentalidad técnica es tan imperativa para la persona, para su desempeño en la vida cotidiana, como el saber matemático o las habilidades de interacción social. Muchas cosas ha puesto en evidencia la pandemia. Esta es otra de ellas. Ahora lo sabemos: sin un mínimo de competencia técnica —que abarca el autocuidado; la conservación y la preparación de alimentos; de masa versus energía, el montaje y reparaciones locativas mínimas de los aparatos; el acceso a redes y la puesta en funcionamiento de videoconferencias; etc.— es imposible sobrellevar los tiempos que han corrido en el último año.
Ahora no estamos solamente frente al desafío de un acceso a los bienes de la tecnología: de su diseño, producción, comercialización, implementación, difusión, reparación. Bien es cierto que la múltiple combinación ciencia, tecnología, sociedad e innovación ha dado vías para enfrentar estos retos. No obstante, una conspicua tradición —en buena cuenta, abierta por G. Simondon y sus doctrinas sobre la individuación tanto de la persona como del objeto técnico, con múltiples desarrollos planetarios— ha puesto el acento en cómo se configura la vida personal y colectiva en medio y con recurso a la técnica. Desde luego, ésta incluye desde las manifestaciones de la técnica en y del artesanado hasta las complejidades del servocontrol, la planeación urbana, los megaproyectos industriales, agrícolas, la biotecnología y los viajes espaciales, entre otras manifestaciones.
La pregunta que ha sido puesta al descubierto es cómo se individúan todos y cada uno de los seres humanos en un mundo técnico; pero, por otra parte, cómo el objeto técnico, en sí mismo, se individúa, cobra independencia de sus creadores; y, al cabo, cómo mediante la técnica el individuo humano despliega efecto sobre los demás y los recibe de éstos. Y, al igual, cómo el objeto técnico mismo, en su operar, tiene efectos sobre personas y colectivos a la par que recibe los impactos de la relación con éstos.
Es cierto, además, que incluso esta fase del capitalismo tardío tampoco se entiende y ni siquiera se puede discutir sin el entorno de una cultura técnica; pero más allá del condicionamiento de este modelo por la mentalidad técnica: ¿cómo son las relaciones interterpersonales, intersubjetivas, al amparo de la mentalidad técnica? En fin, todo esto no sólo está implicado en procesos de producción material, sino también en procesos de constitución y configuración (o reconfiguración) de la subjetividad en el mundo de la vida contemporáneo.
Bajo las anteriores consideraciones, se abren las líneas temáticas de participación en el Encuentro, donde no sólo se hace una revisión del Estado del Arte del estudio de la mentalidad técnica, sino que también se apunta, estructuralmente, a plantear cómo se pueden plasmar las más relevantes evidencias en políticas públicas. En el fondo, la democracia no pasa sólo por la masificación del acceso a los dispositivos de última generación. En su raíz, la democracia implica una mentalidad técnica que permita a todos y cada uno de los ciudadanos: desplegar su ser personal en interacciones significativas con los otros sobre la base de un mundo signada por la técnica y transmutado por una mentalidad técnica.
Al Encuentro convergen políticos, filósofos, técnicos, tecnólogos, sociólogos, psicólogos, artistas, entre otros profesionales. La pregunta es asumida desde la estructura de la mentalidad técnica como condición performativa en la constitución de subjetividad e interacción simbólica. Las deliberaciones atienden las evidencias y las hipótesis de trabajo del orden de la descripción, así como de la interpretación de la mentalidad técnica como fenómeno.
El Encuentro cuenta con invitados, como conferencistas, que tienen una larga trayectoria en el campo de investigación referido, y con apertura a ponencias de investigadores que tienen puntos de vista emergentes; en fin, se compatibiliza una síntesis de tradición y ruptura en la comprensión de la mentalidad técnica como fenómeno de la cultura.
En el Encuentro se realizará un homenaje a la vida y obra del profesor Edgar Andrade Londoño, como reconocimiento especial a la realización del Primer Congreso Latinoamericano y Primero Colombiano de Educación en Tecnología (EDenTec), realizado en Colombia en el año de 1996, que se constituyó en uno de los esfuerzos más importantes del país para reunir a profesores especialistas en el campo de la educación en tecnología.