Cuando se aborda el estudio de la educación hay que considerar que se trata no solo de un tema, sino también de un servicio, una experiencia. En este sentido, la educación forma parte constitutiva de la vida propiamente humana en sus distintas dimensiones: familiar, personal, cultural, política, religiosa, económica y, constituye una de las dimensiones más importantes y trascendentes para la persona, porque a través de la educación la persona se abre al mundo y se abre a la trascendencia de sí misma. A través de la educación la persona se adentra en el ámbito de la cultura y se pone en relación, cara a cara, con los valores que le ofrece el mundo de la vida en el que se descubre.
Así, nuestra obra propone, generar un espacio de reflexión donde se considere a la familia como actor clave y fundamental para la tarea educativa. Si ponemos a la persona y a la familia en el centro de la educación damos un paso importante hacia condiciones que animen una verdadera educación integral. En la familia podemos encontrar la base y el punto de partida de un proceso educativo.
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