Entre este libro y el que le antecedió —Individuación y anarquía (Bogotá, Aula de Humanidades, 2018)— se ha dado un silencio que se ha llenado, cuando ha sido el caso, con la acción: las performances que configuran el campo de experiencias sobre el cual se articula esta investigación. El libro precedente se cerraba (Epílogo: «Vestigios de una tribu. Performance») anunciando el tema que se estudia en esta obra. Algo semejante se tiene que indicar al término del libro presente: las performance —que, ciertamente, se asientan corporalmente como haz de potenciales (Vermögens)— abren una y otra vez el campo de la pasividad.

Las investigaciones de este libro son un abrebocas para dar con el estudio del estrato de la pasividad radical. Así, queda la tarea de concluir esta trilogía: individuación, performance, pasividad; o éste bajo los índices: Individuación y anarquía, Fenomenología y performance, y, El estrato de la pasividad. Pese al foco o centro temático de estos estudios —la performance—, a lo largo del libro se hacen las indicaciones básicas sobre la pasividad y sobre la individuación-transindividuación —entre o cabe, fenomenológicamente, la correlación—, que exige el estudio de las cosas mismas; esas indicaciones son el sentido tendencial del proyecto al que hace referencia bajo la indicación de la trilogía: la fundación no-trascendental de la ética que, no obstante, aspira a normas universales o trascendentes de la razón.

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