El reconocimiento de un ser político en niños de la primera infancia surge de la inquietud de un grupo de maestras convencidas de que la educación —más allá de ser un derecho constitucional— debe resignificarse como el escenario ideal para fortalecer habilidades fundamentales para la vida y, por ende, dar reconocimiento a la política como la manera en que los seres humanos vivimos y tenemos injerencia en «esta casa común»; donde la educación sea, a su vez, asumida como una construcción humana que se afianza desde la primera infancia en la cual se siembran las bases para la formación de personas con sentido cooperativo, participativo, solidario y con conciencia crítica, aspectos clave en el proceso de reconocimiento de sí mismo y del otro como seres diferentes, pero con igualdad de condiciones y oportunidades para la construcción de un nosotros.
Es también una invitación a padres de familia, docentes, cuidadores y demás adultos que intervienen en el proceso de formación de niños, principalmente en su primera infancia, a retomar la importancia de la educación como proceso de transformación social, como un componente esencial en el planteamiento de estrategias al interior de los diferentes ámbitos sociales en los que los niños se desenvuelven para promover lo político. Por lo tanto, es menester tener en cuenta sus voces de modo tal que se les brinden las condiciones para empoderarse como seres partícipes, alentándolos a transmitir sus inquietudes y opiniones; además, de sensibilizarlos a comprender cómo la relación con el otro, el diálogo y llegar acuerdos que constituyen la base para construir una sociedad equitativa.
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